Todo tú eres una niebla
de luz y de cal sobrecogida.
Flotas por todas partes,
apenas desciendes unos milímetros
para que toque tu piel
y vuelves a emerger
dejando atrás toda esta basura,
dejando atrás la oscuridad,
la charca húmeda de cifras
que envuelve mi incertidumbre.
Tú flotas por todas partes,
con esa indiferencia que te arropa,
que te ensalza, que te hace superior.
Me da tanto miedo tenerte cerca
como tenerte lejos,
y la noche acoge mis llantos
cuando entras dentro de mi piel,
y cuando te marchas.
No puedo con el mundo
cuando veo tu mirada infinita,
tan inmensa que apenas cabe en este universo
tuyo y mío,
en esta ficción de papel doblado y caramelo
que nos hemos creado,
y yo, atrapada en tus pestañas,
soy el insecto que adormece ya
con el temblor de tus versos,
con la garganta atravesada de plumas
y de cristales,
a punto de diluviar sobre tus manos de luz.
Yo,
atrapada en tu terciopelo azul,
sangrando el alma porque no puedo,
no puedo sostener tanta belleza.
Ángela Segovia