Somos tan sumamente hipócritas y tan falsos y tenemos tan poca verdad encima que nos gusta creer, pensar y actuar como si nos importase algo el resto de la humanidad. Nos encontramos ahora ante la empatía elitista y el hipismo perdonavidas, el activismo cultural de, por y para la burguesía (siempre ha existido eso del ocio del burgués o del dinero para el burgués mismo o el capital), nos vamos vistiendo con lo que leemos, vemos o dicen otros pero sin atisbo de pensamiento pro...pio alguno, mucho menos crítico. Elaborando un discurso y vida perfectamente delineado de tolerancia y buenos deseos cuando el nazismo se practica a diario. Y crecen los lugares y personas que dicen destinar su vida a las grandes causas pero no quieren cerca a perro cojo alguno al lado, qué harían en caso de lepra me pregunto.... Y todos y todas queremos ser amigos y amigas de todo el mundo, en mi caso agradezco y agradeceré siempre desconocer gente y jamás he echado de menos amistad alguna porque cuando hay conjunción de almas eso no se extingue, no lo para ni la muerte misma ni la enfermedad. Y solicitamos a los demás, de un modo un otro, buscamos escondernos en los demás y en el ruido para no ver nuestra propia miseria interna, para no estar solos/as y crecer desde el único lugar posible: dentro. Y huimos de todos modos de la muerte cuando es lo único que corrobora y da sentido a nuestras vidas, porque es la cura definitiva y es nuestro único proceso democrático real, iguala, es justa al final, al menos, no siempre antes. Hablamos de amistad o de familia cuando lo que realmente nos gusta es colocar un gran ramo de flores en la tumba y leer poemas al cadáver cuando en vida no movimos ni un solo dedo. Aceptemos y reconozcamos este hecho por lo menos. Pero todo lo que queda bien hacia fuera y es escenario y es máscara nos gusta demasiado. Es tan grave esta falta de humanidad y esta cobardía y falta de alma, que sólo unos pocos/as parecemos lograr alzar la voz y ser considerados como locos/as. Bendita locura, siempre, que nos aleja del rebaño y nos conduce al centro. Felices los normales que viven en la más absoluta ceguera, pero felices los que en este mismo momento aceptaríamos la muerte de buen grado pues hemos vivido una vida absolutamente plena, a conciencia abierta y hemos dejado una semilla lúcida, humana, una huella imborrable de nuestro paso por este mundo, una huella del no daño, la no cobardía.. Una huella de nuestro verdadero rostro sin máscara alguna.
Los locos, los salvajes, los que no se dejan domesticar...
Y no me lleven flores...