"Las personas honradas se confundirán con los ambiciosos, que sólo piensan en dominar y en despreciar a la multitud de la cual han surgido. Llegando todos con ideas diametralmente opuestas, se verán obligados a formar alianzas ficticias para constituir mayorías que no durarán ni un día; disputarán, se tratarán unos a otros de reaccionarios, de autoritarios, de bribones; incapaces de entenderse acerca de ninguna medida seria, perderán el tiempo en discutir necedades; no lograrán más que dar a la luz proclamas altisonantes, todo se tomará seriamente, pero la verdadera fuerza del movimiento estará en la calle.

Todo esto puede divertir a los que gustan del teatro. Pero no se trata aún de la revolución. ¡Nada ha sido hecho aún!
Durante este tiempo el pueblo sufre"


"Con esa abnegación heroica que siempre lo ha caracterizado, y que llega a lo sublime en las grandes épocas, el pueblo tiene paciencia. Él es quien exclamaba en 1848: 'Ponemos tres meses de miseria al servicio de la República', mientras que los 'representantes' y los señores del nuevo gobierno, hasta el último policía, cobraban con regularidad sus sueldos. El pueblo sufre. Con su ingenua confianza, con la candidez de la masa que cree en los que la conducen, espera que se ocupen de él allá arriba, en la Cámara, en la Municipalidad, en el Comité de Salud Pública.
Pero allá arriba se piensa en toda clase de cosas, excepto en los sufrimientos de la multitud"



Piotr Kropotkin
La conquista del pan