Carta a los medios de comunicación:
Buenos días, me gustaría solicitar a los medios de comunicación una mayor atención en primer lugar hacia las situaciones tan terribles y tan cotidianas que vemos cada día, las familias que ya no disponen de alimentos o sustento económico alguno, una verdad que parece esconderse tras estadísticas y fotos de desahucios pero nunca nombres, historias reales, testimonio. Creo en el poder de la palabra, creo en su poder absoluto a modo de testigo y testimonio. No podemos permitir que se repiten mil mentiras que no son verdad y que la verdad siga quedando sometida a intereses económicos que siempre estarán del lado del más fuerte. No podemos ser mercenarios de dicho poder pues entonces estaremos al servicio mismo del hambre. Seamos por tanto la voz de quien no tiene voz y no puede alzarla.
Eso como petición urgente. En otro sentido, por favor, seamos cómplices o demos voz en este caso a los profesionales de la cultura, a esas vidas en las que muchos y muchas hemos pasado vía directa a la exclusión social, con un sentimiento profundo de impotencia, frustración y fracaso al ver que este país premia la mediocridad y castiga el esfuerzo, el talento y la trayectoria. Nunca hemos asistido a un intrusismo profesional tan salvaje como ahora y nunca amparado y manipulado por premisas de orden político, nunca nos hemos vendido tan barato y eso es realmente desolador. La cultura ha sido, como el cuento de Cortázar, tomada, como rehén electoral, pero tomada desde la ignorancia, desde el desconocimiento absoluto del catálogo de necesidades más urgentes y de las cuatro pautas que cambiarían la situación de muchos y muchas que nos vemos con las manos atadas, de seguir así, de por vida. Seamos cómplices de la verdad, contemos la verdad, hagamos verdad narrándola. No existen las ayudas, muchos y muchas profesionales llevan en estado precario una vida entera lo que no les ofrece cobro o seguridad alguna más tarde, no existe trato de favor alguno ni sensibilidad con las personas que poseemos una discapacidad, los contratos son simples papeles que el trabajador ni ve siquiera o firma y eso se permite, se obliga a darse de alta como autónomo mientras el gobierno dice que baja el paro y crece el número de emprendedores (falsos, trabajadores externos obligatorios) mientras que da libertad absoluta para aquellos sin trayectoria profesional alguna para hacer lo mismo sin pagar impuestos y además tejer sus propias redes de poder. No existe lo público, ningún profesional de la cultura podrá decir que en sus ciudades tiene lugar alguno donde mostrar su trabajo o vivir de él. Esto sigue siendo territorio de unos pocos con un mayor caciquismo que nunca, “aquí está x dando la formación y/o.... haciendo... porque aquí lo puso el ayuntamiento”. Evidentemente no existe transparencia alguna más que ésta que vemos algunos y algunas cuya venda fue extirpada por la propia lucha por la supervivencia y un exceso de realidad que ya pesa. El que calla otorga, por tanto, seguimos dando pie a que nada cambie y el mundo siga siendo reinado por unos pocos que pisotean las cabezas de otros muchos/as para alzarse.
Ruego lean este correo y despierte su atención sobre lo aquí tratado.
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