Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,


Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
 
 
Martin Niemöller
BERTOLT BRECHT
 
 
 
Preguntas de un obrero ante un libro
 
 
Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?
En los libros figuran los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a construir otras tantas? ¿En qué casas
de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?
La noche en que fue terminada la Muralla china,
¿a dónde fueron los albañiles? Roma la Grande
está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?
¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan cantada,
¿tenía sólo palacios para sus habitantes? Hasta en la fabulosa Atlántida,
la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban
pidiendo ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿El sólo?
César venció a los galos.
¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al hundirse
su flota. ¿No lloró nadie más?
Federico II ganó la Guerra de los Siete Años.
¿Quién la ganó, además?
Una victoria en cada página.
¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién paga sus gastos?
Una pregunta para cada historia.
 
 
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El peor analfabeto
es el analfabeto político.
 

Él no oye, no habla
ni participa en los acontecimientos políticos.
 

No sabe que el costo de la vida,
el precio de los frijoles, del pescado,
de la harina, del alquiler, del calzado
y de las medicinas
dependen de las decisiones políticas.
 

El analfabeto político es tan animal
que se enorgullece e hincha el pecho
al decir que odia la política.
 

No sabe el imbécil que
de su ignorancia política proviene
la prostituta, el menor abandonado,
el asaltador, y el peor de los bandidos,
que es el político aprovechador,
embaucador y corrompido,
lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.
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Las muletas
Durante siete años no pude dar un paso.
Cuando fui al gran médico,
me preguntó: «¿Por qué llevas muletas?»
Y yo le dije: «Porque estoy tullido».
«No es extraño», me dijo.
«Prueba a caminar. Son esos trastos
los que te impiden andar.
¡Anda, atrévete, arrástrate a cuatro patas!»
Riendo como un monstruo,
me quitó mis hermosas muletas,
las rompió en mis espaldas y, sin dejar de reír,
las arrojó al fuego.
Ahora estoy curado. Ando.
Me curó una carcajada.
Tan sólo a veces, cuando veo palos,
camino algo peor por unas horas.
 
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La literatura será sometida a investigación
Aquellos que se sentaron en sillas de oro para escribir serán interrogados
por quienes les tejieron sus vestidos.
No por sus pensamientos sublimes
serán analizados sus libros, sino
por cualquier frase casual que trasluzca
alguna característica de quienes tejían los vestidos;
y esta frase será leída con interés porque pudiera contener
los rasgos de antepasados famosos.

Literaturas enteras,
escritas en selectas expresiones,
serán investigadas para encontrar indicios
de que también vivieron rebeldes donde había opresión.
Invocaciones de súplica a seres ultraterrenales
probarán que seres terrenales se alzaban sobre seres terrenales .
La música exquisita de las palabras dará sólo noticia
de que no había comida para muchos.

Pero a la vez serán ensalzados
los que en el suelo se sentaban para escribir,
los que se unieron a los de abajo,
los que se unieron a los combatientes.
Y los que informaron de los sufrimientos de los de abajo,
los que informaron de los hechos de los combatientes, con arte,
en el noble lenguaje antes reservado a la glorificación de los reyes.

Sus descripciones de situaciones dolientes, sus llamamientos, llevarán todavía la huella digital
de los de abajo. Porque a éstos
fueron transmitidos, y ellos
bajo la camisa sudada, los pasaron
a través de los cordones policíacos
a sus hermanos.

Si, un tiempo vendrá
en que estos sabios y amables, llenos de ira y de esperanza,
que se sentaron en el suelo para escribir y estaban rodeados de pueblo y combatientes,
públicamente serán ensalzados.
 
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A LOS HOMBRESFUTUROS
Verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
Es insensata la palabra ingenua. Una frente lisa
revela insensibilidad. El que ríe
es que no ha oído aún la noticia terrible,
aún no le ha llegado.

¡Qué tiempos éstos en que
hablar sobre árboles es casi un crimen
porque supone callar sobre tantas alevosías!
Ese hombre que va tranquilamente por la calle
¿lo encontrarán sus amigos
cuando lo necesiten?

Es cierto que aún me gano la vida
Pero, creedme es pura casualidad. Nada
de lo que hago me da derecho a hartarme.
Por casualidad me he librado. (Si mi suerte acabara,
estaría perdido).
Me dicen: «¡Come y bebe! ¡Goza de lo que tienes!»
Pero ¿cómo puedo comer y beber
si al hambriento le quito lo que como
y mi vaso de agua le hace falta al sediento?
Y, sin embargo, como y bebo.

Me gustaría ser sabio también.
Los viejos libros explican la sabiduría:
apartarse de las luchas del mundo y transcurrir
sin inquietudes nuestro breve tiempo.
Librarse de la violencia.
dar bien por mal,
no satisfacer los deseos y hasta
olvidarlos: tal es la sabiduría.
Pero yo no puedo hacer nada de esto:
verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
II
Llegué a las ciudades en tiempos del desorden,
cuando el hambre reinaba.
Me mezclé entre los hombres en tiempos de rebeldía
y me rebelé con ellos.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Mi pan lo comí entre batalla y batalla.
Entre los asesinos dormí.
Hice el amor sin prestarle atención
y contemplé la naturaleza con impaciencia.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

En mis tiempos, las calles desembocaban en pantanos.
La palabra me traicionaba al verdugo.
Poco podía yo. Y los poderosos
se sentían más tranquilos, sin mí. Lo sabía.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

Escasas eran las fuerzas. La meta
estaba muy lejos aún.
Ya se podía ver claramente, aunque para mí
fuera casi inalcanzable.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
III
Vosotros, que surgiréis del marasmo
en el que nosotros nos hemos hundido,
cuando habléis de nuestras debilidades,
pensad también en los tiempos sombríos
de los que os habéis escapado.

Cambiábamos de país como de zapatos
a través de las guerras de clases, y nos desesperábamos
donde sólo había injusticia y nadie se alzaba contra ella.
Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza
desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros,
que queríamos preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos
en que el hombre sea amigo del hombre,
pensad en nosotros
con indulgencia.
"
 
 
Hacía mucho, mucho tiempo que no escribía en este cuaderno de bitácora que comencé hace tantos años. No sé muy bien por qué me decido ahora a hacerlo, pero sin embargo algunos hilos de tejido básico o conciencia me empujan a hacerlo. Veo alrededor tanta miseria, en todos los sentidos, el más físico por supuesto, pero sobre todo y principalmente el moral, que contemplo por vez primera mi mirada ya acostumbrada a la mansedumbre. Veo, con espanto interno, la atrocidad del poder y su devastación, cómo ese animal monstruo o ser mezquino ha devorado no sólo carne y hueso sino también alma a su paso por el mundo, podríamos hablar de capitalismo feroz, o de poder tan sólo, o quizá resumir más y más profundo hasta llegar a la extrema debilidad humana ante el mal.
Que si las cosas van mal es porque alguien ha planificado al detalle este caos, creo, espero sea evidente. Y que todo este horror cotidiano obedece a normas de quien dicta yugo y manos atadas se demuestra  cada día, pero la sinrazón actual, esta mordaza en forma de ley que ampara la más absoluta inhumanidad y la defiende, la que castiga la honestidad, el trabajo y esfuerzo y premia la ignorancia, la prepotencia y al débil, no nos engañemos, sí, al débil pues teme y ha de emplear la fuerza para someter al otro, veo, insisto, aterrorizada no provoca reacción alguna. Que nos despiden, que nos contratan y arrojan al suelo y luego nos pisotean, que se cargan a nuestros compañeros y hermanos, y trafican con mujeres, hombres y niños y ancianos y ancianas y multiplican la violación y la violencia de un modo realmente repugnante es algo, insisto, espero, evidente. Que los rostros permanezcan impasibles algo que no alcanzo a comprender. Que todo es más sencillo finalmente, que cuando los de abajo alcanzan cierto grado de ensoñación real y con sus dedos tocan el oro de quien lo arranca del vientre universal, el poderoso teme y ha de emplear toda su fuerza y destreza para erradicar toda cercanía entre los de abajo y quienes disfrutan del trabajo del que vive sumergido bajo ellos. Me parece increíble tener que recordar una y otra vez que muchas muertes se convierten ahora en mera narración oral o cántico lejano pues con cada paso, con cada gesto de rodilla en el suelo o cabeza hacia los pies, borramos un tanto más la historia y escupimos sobre esas muertes. Recordar que no porque exista una declaración universal de los derechos del hombre y la mujer ha de ser rescatada dicha premisa, que todo ser posee el derecho que ha de tomar por su propia mano y arrebatarlo si es necesario pues la libertad nace en el mismo momento en que el llanto anuncia nuestra llegada a la tierra. Triste ver tanta falta de humanidad y compañerismo, triste ver tan poca sangre en las venas, tanta hipocresía y que nos sigan engañando con una zanahoria de colores frente a la boca, otros y otras murieron antes para que nosotros y nosotras ahora enterremos nuestra libertad o aún peor la entreguemos como lo estamos haciendo sin pelear siquiera, sin alzar la vista, sin decir hasta aquí, porque quizá para otros todo tenga un precio, pero al menos en este caso, y hablo sólo por este cuerpo, esta voz y estas manos que escriben, cuando alguien puso ese precio sobre la mesa, rechacé todo compromiso más allá del que me debo a mi misma, única orden y norma a la que obedezco y obedeceré, ni mordaza, ni amo, ni patria, ni religión, que ni bajo la tierra misma que seguramente pondrá de nuevo mi precio o "valor" en alza sobre esta tierra podrán silenciarme. Jamás ningún hombre, mujer o poder establecido podrá reinar más allá de este cuerpo, abran si quieren en canal esta piel o crucifiquen mi voz con clavos o sigan haciendo lo que hacen sin dejar de cortar el paso y obstaculizar el camino y poner trampas y dificultad y agotar, y agotar, y agotar, pero insisto, nadie gobernará todo esto que ocurre en mí, dentro de esta fina capa que me sobrevive. Más allá de la muerte incluso seguirá la palabra golpeando y galopando a ciegas, y diciendo, no, jamás, no en este cuerpo, no en esta voz.