viernes, 9 de octubre de 2015

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Vivir en cuatro dimensiones. Una utopía de la feminista marxista Frigga Haug.


Ficha documental
Original en alemán:  publicado en kontextwochenzeitung, 23 de septiembre de 2015, con el título "Leben in vier Dimensionen" (URL en el texto del título).
Traducción al español para blogdelviejotopo: Tucholskyfan Gabi.
Fuente de esta traducción: blogdelviejotopo.blogspot.com.es, 7-10-2015.
Uso de esta traducción: licencia CC BY-SA. Reproducir ficha documental del principio, conservando los enlaces (hipervínculos) que figuran (tanto a este blog como a la fuente en alemán).
Negrita e imagen de cabecera: son añadidos nuestros. Imagen en el texto: del original.
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Cómo cabe integrar a los refugiados, cuidar de nuestros ancianos, educar a los niños para que lleguen a ser buena gente, si no queda tiempo para ello?
¿En qué se convierte la política si resulta que la brecha entre la ciudadanía y los parlamentos no para de aumentar?
La autora nos diseña una utopía social que pretende nada menos que resolver todos estos conflictos. El semanario KONTEXT publica con fecha de 23.09.2015 el prólogo, ligeramente actualizado por la autora, que Frigga Haug escribió en 2010 para una publicación sobre política familiar. El original del texto forma parte de su libro ”Die-Vier-in-einem-Perspektive” [La perspectiva del cuatro en uno], un concepto político femenino para una nueva izquierda, Argument Verlag, Hamburgo 2008, edición del 2009.
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Para poder actuar políticamente, debemos ser capaces de soñar. Para conservar esa capacidad de actuar debemos bajar nuestros sueños al suelo que estamos pisando hoy. Y para lograr que nuestro caminar resulte irrefrenable, volvemos a recurrir a nuestros sueños. Quiere decir que nuestra política debe incluir una perspectiva que tenga en cuenta nuestras esperanzas de una vida buena y que sea capaz de guiar nuestros pasos en lo cotidiano.
Sin una idea, por muy incierta que fuera, de cómo podría ser otra sociedad distinta, resulta muy difícil hacer una política que llegue a comprometer e implicar a muchos. Desde hace más de 150 años, nos viene sirviendo de orientación el movimiento obrero, que pretende la superación del enajenante trabajo asalariado y que, aquí y ahora, está luchando por salarios, convenios y puestos de trabajo. A ese exclusivo enfoque del pensamiento liberador, los movimientos feministas durante el siglo XX entraron a oponerse, señalando que existía más trabajo que el remunerado y resaltando que la esfera doméstica era, por un lado, un lugar de no-libertad, y por otro, un lugar de cuidados mutuos; y que el reconocimiento de la labor doméstica y familiar era fundamental para todo pensamiento que pretendiera alcanzar la liberación de todas las personas.
Lo que en las luchas de estos movimientos no quedaba lo suficientemente claro, nos lo acaba de aclarar Karl Marx, a saber, que la evolución social de todos presupone/requiere la evolución del individuo. Traducido a nuestro lenguaje sobrio, ello quiere decir que debe entrar a formar parte de la buscada liberación la tarea de revelar y fomentar cualquier capacidad que el individuo aún tenga oculta o desaprovechada. Y en todo ello – sea en los movimientos obreros y feministas, o en el desarrollo de cada hombre o mujer individual – hay un requisito previo que resulta tan fundamental que ni parece necesario mencionarlo: por la liberación de las personas deben luchar ellas mismas, nadie puede luchar en su lugar y no se puede obrar desde arriba. Escribe Peter Weiss [1] acerca del movimiento obrero: “Si no nos liberamos a nosotros mismos, (el movimiento) no surtirá efecto alguno para nosotros”. Lo mismo podemos afirmar sobre nosotras, las mujeres. Toda política que persiga otra sociedad distinta de la actual, debe ser política DESDE ABAJO.
Crece el número de personas que ya no encuentran acceso al mundo laboral asalariado. Las esperanzas que los sindicatos aún siguen albergando, se refieren a las demandas y la seguridad de aquellos que todavía están empleados o colocados. Yo, en cambio, estaba buscando una utopía que sin obviar todo esto fuera capaz de reflejar y enfocar las esperanzas de las restantes personas en dirección de una meta humanamente digna. El arte de la política, me enseño Rosa Luxemburgo, no consiste en definir una meta “correcta” e ir alcanzándola; el arte de la política consiste en entrelazar/vincular muchas metas diversas con las que crear un marco de orientación “capaz de facilitarnos la intencionalidad/conciencia de los objetivos (Zielbewusstsein) y complejidad de los diversos fragmentos, locales y temporales, de la lucha de clase” [2].
Mi desconcierto va muy en serio, cuando oigo las promesas del Gobierno de crear más (puestos de) trabajo, como si no hubiese trabajo más que suficiente e imprescindible y vital para el conjunto nuestra sociedad, tanto en el ámbito natural como en el humano… y que no llega a realizarse. No se trata de sacar unos “nuevos” trabajos de la chistera, sino de repartir el volumen existente de manera justa. Y no me refiero a repartir equitativamente los puestos de trabajo existentes entre las personas capaces de trabajar; antes bien me refiero a que todas las actividades humanas que se vienen a desarrollar en los diversos ámbitos (laboral, reproductivo, desarrollo personal propio y político) deben ir repartiéndose por partes iguales.
Y puesto que en esta hipótesis nos encontraríamos ante un exceso de trabajo, partamos de momento de una jornada laboral de 16 horas, en la que, idealmente, las 4 dimensiones vitales puedan ocupar 4 horas cada una. No debemos pensar de modo mecánico, con el cronómetro en la mano, sino a modo de compás que pueda marcar nuestros pasos.
En el primer ámbito que es el trabajo asalariado ya vemos claramente que toda esa polémica sobre la crisis que argumenta que el trabajo se está agotando, parte de un concepto muy restrictivo del “trabajo” y que se pretende sostener cueste lo que cueste. Visto desde la óptica de toda una vida humana y su dirección, la cosa se presenta totalmente distinta. En materia de política laboral, se ha de convertir en nueva directriz la necesaria reducción de la jornada laboral para todos a una cuarta parte de su tiempo activo, esto es, a cuatro horas. De este modo, el problema del desempleo, se resolverá por si sólo. Habrá menos personas que puestos de trabajo (incluidos los precarios, los de tiempo parcial y hasta los llamados migrantes). Con este reparto, todos trabajarán por tiempo parcial, y este concepto habría perdido su sentido. Podremos concentrarnos en la calidad de nuestros trabajos y ver si está haciendo justicia a las capacidades que entrega cada uno. Ya no será necesario repetir durante todo el día las mismas maniobras; y la moderna forma de trabajar en pantalla, al suponer un esfuerzo desproporcionado, debe pasar a ofrecer la mayor diversidad posible y que implique todos los sentidos.
El segundo ámbito, el trabajo reproductivo, no comprende solamente el hogar y la familia. En él se acumula todo lo necesario para que la sociedad civil se pueda restituir. Comprende el trabajo con/en uno mismo y otras personas, todo lo que solemos llamar “lo humano”. Lo que a Karl Marx, junto a Charles Fourier, les llevó a reconocer que “el grado de la emancipación femenina es la medida/pauta natural de la emancipación en general” porque aquí “en la relación entre hombres y mujeres, entre el débil y el fuerte, la victoria de la naturaleza humana sobre la brutalidad resulta más que evidente”. [3]
Cuando hasta los más débiles puedan crecer igual, se muestra lo verdaderamente humano, incluido el amor. Marx afirma que “la relación del hombre con la mujer determina la extensión en que la necesidad del hombre se ha hecho necesidad humana” […] y “hasta qué extensión, en su más individual existencia, es, al mismo tiempo, ser colectivo” [4]. Quedan comprendidos, por lo tanto, las cuestiones relativas a las personas ancianas, impedidas, enfermas, hasta las relaciones del hombre con la naturaleza.
Para el trabajo reproductivo y familiar ello significa ante todo una generalización que comprenda y alcance a todas las personas. Del mismo modo que nadie debe quedar excluido del trabajo asalariado, tampoco nadie debe quedar fuera del trabajo reproductivo. Todas las personas, hombres como mujeres, pueden y deben poder desarrollar sus respectivas capacidades sociales. Con ello se acaba la disputa en torno al “Erziehungsgeld” - la prestación por crianza de los hijos - sin ánimo de despreciar la calidad del trabajo que aquí se venga a realizar, todo lo contrario: al quedar generalizado y no unilateralmente adjudicado a las mujeres o madres, este trabajo reproductivo será considerado trabajo cualificado, que hay que aprender como cualquier otro y que implica la amabilidad entre las personas.
En el tercer ámbito, el desarrollo personal propio, se trata de seguir evolucionando durante toda la vida, y no sólo pasivamente como consumidores, sino de disfrutarla activamente para realizar otro proyecto distinto de una “buena vida”. Dicho de otro modo: No debiéramos aceptar sin más que unos manejen varios idiomas, sepan bailar, toquen instrumentos musicales, pinten, escriban y, siguiendo a Goethe, viajen por el mundo para ir perfeccionándose, mientras que otros se deban dar con un canto en los dientes por no ser analfabetos.
Todas las personas disponemos de un potencial de desarrollo, de donde se puede activar lo latente. El activar todos nuestros sentidos, no debiera ser por más tiempo un lujo al exclusivo alcance de los ricos. Cada persona debería poder vivir conforme a sus talentos y capacidades. Y ello requiere un espacio y un tiempo propio.
En el cuarto ámbito, ahí donde la persona actúa como ser colectivo en un contexto político, se reclama lo siguiente: el organizar y configurar la sociedad no es una especialidad que se preste a ser dividida. No se puede concebir por más tiempo que unos cuantos se dediquen a hacer una política determinada, cuyos platos rotos debemos pagar otros – la gran mayoría.
Esos cuatro ámbitos o dimensiones de la vida humana se deben entrelazar en un marco tensional que viene a ser el contorno de una concepción más amplia de justicia, que hoy cabe formular desde el punto de vista femenino. Partiendo de la división del trabajo y los tiempos empleados en él, se pretende reconfigurar a fondo el régimen de los tiempos que están rigiendo nuestra sociedad.
Ahora podríamos revisar los cuatro ámbitos (trabajo asalariado, reproductivo, desarrollo individual y político) por separado, procedimiento que a su vez acabaría en una división de trabajo, en la que grupos individuales ocuparían un ámbito aislado como marca propia suya.
1.Los de orientación sindicalista, y conscientes de su clase, harían política laboral que podría beneficiar a los asalariados.
2.Otros buscarían una perspectiva en el pasado, una utopia involucionista para las madres, que a las mujeres nos dejaría crucificadas vivas, como lo expresara el filósofo Ernst Bloch.
3.Otros apostarían por el desarrollo de una élite que, con rango olímpico, nos mostraría lo que puede la capacidad humana.
4.Otros perseguirían unos modelos políticos participativos en ámbitos no esenciales, convirtiendo la televisión en una institución modélica para con los deseos de los televidentes; incluyendo a la plantilla en los preparativos para la fiesta de navidad; o haciéndoles participar a los ciudadanos en la separación de los residuos.
En todos estos supuestos se verá que cada ámbito, al quedar enfocado por la política, a la larga se vuelve reaccionario.
Los cuatro ámbitos o dimensiones que para una vida que se precie humana deberían ir unidas, en la realidad de cada individuo no sólo se encuentran divididas sino adversas unas a otras, como si de enemigos se tratara. El trabajo familiar está en oposición al trabajo asalariado; ambos dificultan el despliegue de todos los sentidos individuales, y no sorprende que los tres se oponen a toda participación en la política. El volver a juntar estos fragmentos, requiere otro régimen, otra administración del tiempo, otro entendimiento distinto de lo que es la democracia, otro concepto del desarrollo humano, otra justicia que incluya la división del trabajo. Y precisamente allí, en las contradicciones/adversidades que conlleva semejante oposición de los ámbitos, es cuestión de hacer política, porque cabe una modificación, un pensamiento nuevo y renovador, toda vez que se trata de un nudo dominante y consistente de planteamientos de clase, relaciones de género, esencia humana y política, donde las mujeres ocupamos un lugar estratégico: no debemos aceptar como oposición u obstáculo inamovible lo que se nos presenta de adverso. No debemos ser maniqueas pensado en esquemas de amigo/enemigo. En todo caso, se trata de abandonar las soluciones unilaterales y buscar cambios que concentren lo coherente y contiguo.
El arte político consiste pues en entrelazar o vincular estos cuatro ámbitos o dimensiones. Ninguno debería ser perseguido desconectado de los otros, ya que la meta última es un proyecto vital cuya realización quedaría llena de vida, sentido y de placer interactivo. No se trata de una meta de corto alcance, que se pueda realizar aquí y ahora, pero nos puede servir de brújula para las metas políticas inmediatas en nuestro camino hacia los objetivos lejanos; nos puede servir de medida para nuestras reivindicaciones; de base para nuestras críticas; de esperanza, de utopía concreta, que alcanza a todas los habitantes del globo, y que acabe en la evolución de cada uno para que evolucione el conjunto de la humanidad.
Frigga Haug
QUÍTAME LAS MANOS DE ENCIMA

 Una historia real de molestias y chantajes en el trabajo.
 
 
Olga es una joven periodista que, además de largos estudios, lleva ya años trabajando duro como becaria, cuando encuentra por primera vez al Director, el hombre que marcará para siempre su vida. Olga ha empezado un periodo de prácticas no retribuidas en un periódico nacional. El Director le pide una y otra vez salir juntos para almorzar o cenar, no escatima comentarios sobre su aspecto físico y, a menudo, se le acerca demasiado.
Una situación que acabará convirtiéndose en una pesadilla, contada en las páginas de “Quítame las manos de encima”, publicado en Italia por Chiarelettere.
Un libro que engancha y se lee de un tirón, que rompe el silencio sobre el fenómeno de la violencia en el trabajo en Italia: según los datos del ISTAT, el instituto nacional de estadística, al menos un millón 308 mil mujeres entre los 15 y los 65 años de edad han sido, durante su vida, víctimas de violencia, chantajes y violaciones en el ámbito laboral. Muchos de estos crímenes no se denuncian y dos de cada tres víctimas se despiden, renunciando a su carrera.
Una mirada desde dentro sobre el mundo de la información italiana, que Reporteros sin Fronteras sitúa en el puesto 73 de su clasificación global de la libertad de prensa. De hecho, es la primera vez que una periodista relata una historia así, en un país que arrastra la herencia cultural de dos décadas con Berlusconi en el poder: no solo por cuanto el que fue Presidente sigue levantando la admiración de muchos hombres gracias a sus “aventuras” y “conquistas”, sino también porque el periodismo italiano es, cuando menos, reticente a la hora de otorgarle espacio a una cuestión que le toca desde muy cerca.
 
“¿Por qué no quieres?”
“Vamos, Olga, ya está bien, parece que tengas regla perenne.”
“Quédate conmigo, no me dejes solo. Si no quieres, yo no te toco.”
“Eres una infeliz. Tu única opción soy yo.”
El Director
“No quiero hacerme la víctima. Ya basta de pensar que somos unas desgraciadas. La cama, para quienes deciden aceptar, es una oportunidad más.”
Una colega de Olga
“Quizá somos nosotros los que tenemos que adaptarnos al mundo y dejar de querer cambiarlo.”
Una amiga de Olga
“Todavía eres joven, no te amargues por semejante pequeñez.”
El consejo de un abogado
“La violencia de género surge cuando alguien define quién eres en lugar tuyo, te representa como un adorno mudo, supeditado a su juicio, te describe como un objeto a su disposición.”
La escritora Michela Murgia
“Estaría bien si los hombres italianos intentaran identificarse en la historia – real – de esta joven y valiente colega. Entenderían mejor el infierno de sufrimientos, chantajes y represalias al que sometemos a las mujeres en el trabajo. Un libro que nos habla a nosotros, los hombres.”
El periodista Riccardo Iacona
 
 
Quién es Olga Ricci
Olga Ricci es el seudónimo de una periodista treintañera italiana que hoy en día trabaja como freelance para diferentes medios nacionales. En su blog “Il porco al lavoro” (“El cerdo trabajando”), que ha recibido más de 120 mil visitas, junto con su testimonio ofrece visibilidad a las incontables historias de molestias en el lugar de trabajo.
La editorial Chiarelettere
 
 
Chiarelettere es una editorial italiana perteneciente al grupo Mauri Spagnol. Publica libros de economía, política, sociedad, medio ambiente y actualidad.

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GET YOUR HANDS OFF ME

 A true story of sexual harassment in the workplace
 
Olga is a media-savvy young journalist when she first meets the Editor-in-Chief, the man who marks her life forever. As Olga starts work during a trial period at an Italian national newspaper, the Editor-in-Chief repeatedly asks her out, for breakfast, lunch and dinner, comments on how attractive she is, and even touches her. In telling the story of a nightmare that goes off the rails, Olga’s book, Get Your Hands Off Me, (published in Italian by Chiarelettere) lifts the veil of sexual harassment in the Italian workplace.
This is the first time that a woman has come forward to tell a story like this in the country ruled for 20 years by Silvio Berlusconi. In Italy, where many men have been amused by the “adventures” of the former prime minister, one million three hundred and eight thousand (1,308,000) women between 15 and 65 years old were victims of sexual harassment, blackmail, and even rape at work, in their lives, according to the Italian National Institute for Statistics (ISTAT). Most of these crimes go unreported, and two out of three victims change jobs or renounce their careers. The women who stay in the workplace and refuse the “advances” live in precarious conditions.
The Italian media system is refusing to talk about this book because it also speaks about because how the Italian press works. An unsurprising reaction. In 2015, Italy slips from 49th to 73th place on the 180 countries considered in the ranking of press freedom prepared annually by Reporters Without Borders.
“Why don't you want it?”
“Please, Olga, don't be so nervous. You always seem to be menstruating.”
“Olga, stay close to me. If you don't want me to, I won’t touch you.”
“You are a loser. Your only chance to succeed its me.”
The Editor-in-Chief
“We must not complain about what happens to us. We are not unlucky. Jumping into bed with him is an opportunity.”
Olga's colleague
“Maybe we should fit into the world, without trying to change it.”
Olga’s friend
About Olga Ricci
Olga Ricci is the pen name of an Italian freelance journalist. Three years ago she started telling her story of sexual harassment in the blog IlPorcoalLavoro.com (The Pig at Work). The blog received nearly 120 million hits and was reviewed in the leading Italian newspapers.
About Chiarelettere
Chiarelettere is an Italian publisher, a related company of Gruppo editoriale Mauri Spagnol, which oversees nine publishing houses. It prints books about the economy, politics, society, the environment and current events.