LA MANERA DE RECOGERSE EL PELO
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NUNCA
Hay ojos
que me miran
sin verme,
y manos
que aún
expertas
en adiestramientos
ajenos,
infinitos, quizás,
nunca hallarán
el punto exacto
en que mi geometría
alcanza
la curvatura perfecta,
cuando pierdo entonces
la conciencia
pues sólo de ese modo
mis piernas
alcanzan
la postura
impronunciable
del viento,
y mi espalda
se arquea
y mis manos
buscan
bajo
la niebla
de la respiración
de al lado
un apoyo
donde esconder,
proteger,
aquello
que no tiene nombre:
el presente paralizado
entre dos cuerpos.
La bendita cercanía
vencida por un beso.
Y aún así
hay manos
que desconocerán
siempre
el pliegue
más íntimo
donde
mi cuerpo
se convierte
en una boca hambrienta
y tu cuerpo
en sed infinita.
Hay manos
que nunca,
ojos que
nunca,
nombres que
nunca
sabrán
nunca
jamás
nunca
nada
de mí.
No saben.
No entienden.
Ellos. Los que gritan fuera,
los que no escuchan.
Aquéllos que se empeñan
en cerrar los ojos
ante la mentira.
La verdad del hombre
duele demasiado.
El hombre se convierte
en hombre
cuando decide
seguir sus propias normas.
Ningún dios
puso sus manos
sobre ningún
niño herido
nunca.
La peste de este siglo
es la ceguera
que todos
nos imponemos
cada día
para salvarnos.
No hay dignidad
en eso.
No hay dignidad
en tragar saliva
y seguir caminando
como si nada.
MERMELADA DE MANZANA
Comenzamos con la mermelada. Cada miembro del grupo escoge un sabor, dependiendo de su preferencia por el licor de manzana, melocotón o de cualquier otro. Es una decisión importante, porque si no eliges bien el sabor que más se adapta a tu adicción el resto del programa se viene abajo. Puedes tomarte todo el tiempo que necesites para ello, ya que tu curación dependerá de la sinceridad de tu respuesta.
Dejar de beber es un proceso largo y tortuoso, que exige una disciplina casi militar y mucha paciencia.
Quizás lo más difícil para el enfermo sea dar el primer paso, el de la mermelada. La sustitución del licor por esa cosa pegajosa con que se unta lo que un día se llamó pan es, sin duda, algo doloroso e indigno. Para llegar al paté, y finalmente a los productos congelados nos queda aún mucho camino por recorrer.
La subida de producto inferior a otro superior o más complejo conlleva dos o tres meses de duro trabajo, de desear no haber dejado nunca de beber. Debemos emplear toda nuestra fuerza interior para no caer en la tentación y emborracharnos de nuevo, para no abandonar nuestro costoso ascenso de la mermelada al café por un vaso de vino tinto.
Una vez alcanzado el nivel en el que llevamos a cabo la sustitución por paté, el peligro de recaer habrá disminuido considerablemente y la mitad del programa habrá sido felizmente superada. Del paté a los congelados la elección de los productos se realizará en función, sólo y exclusivamente, de nuestro gusto personal en cuanto a la preferencia de unos por el vino u otros por el whisky, en este caso de mayor dificultad.
Los consumidores habituales de vino o cerveza se dedican a realizar la sustitución por productos secos como los cacahuetes, avellanas, nueces, etc., mientras los consumidores de bebidas de mayor carácter como el whisky o el vodka se dedican a los productos húmedos como las aceitunas y demás.
Una vez superados los cacahuetes y las aceitunas, el programa se encuentra ya en su fase final. De aquí a los productos congelados nos aguardan tan solo dos sustituciones: las legumbres y las verduras.
Antes de pasar a los congelados se practica un examen médico a cada miembro del grupo que nos permite averiguar si alguno de los enfermos ha vuelto a beber, lo cual desbarataría todo el proceso y todo el programa habría sido inútil.
Tras la sustitución por productos congelados desciende el grado de ansiedad y la autoestima del grupo sube milagrosamente; nos sentimos reconfortados y alegres, totalmente rehabilitados.
Gracias a este programa yo y otros muchos alcohólicos hemos logrado abandonar la bebida. La adicción a la comida implica un programa mucho más largo y complejo donde se comienza con la sustitución de la mermelada por una copita de jerez...
Me parece alucinante que a estas alturas de la película, en mi ciudad, Oviedo, nos traten de dar gato por liebre en esto de la movida. Llegada la crisis los hosteleros de la región se han puesto a idear planes para captar público. No dudo que vivimos en un país libre y cada uno hace lo que le sale en gana. Yo, el primero, como ser que soy heterodoxo acampo en bares de toda condición y pelaje, pero sabiendo desde el principio a lo que voy y lo que me ofrecen. Bares y ambientes hay para dar y repartir. La música enlatada y de baile es la opción que más predomina pero lo que no me esperaba es la opción rock- pijo y sin ningún tipo de identidad que comienza a tener sus seguidores. Cuento dos anécdotas que me han pasado estos días para que el público tenga en cuenta en tiempos de crisis a quién hay que apoyar. Anuncio de una pinchada en el Ipop de Oviedo, entre canción y canción se intercala un karaoke de la parroquia. Una falta de respeto ante una profesión - la de pinchadiscos- infravalorada en esta ciudad y ante el público que va a escuchar música rock y no las pijadas de cuatro borrachos. No se puede estar en dos sitios a la vez. Bar de rock o Karaoke. Evidentemente me marché del local y me fui algún bar donde ese día quería escuchar música rock. Segundo evento y tontería supina. Toca Loquillo en Oviedo. Fiesta en el Rocket anunciando la llegada del músico y zona Vip al canto que separa a mortales y a dioses. No veo a: Jorge Ilegales, Rosendo, Barón Rojo... en una zona Vip. No cuadra nada de nada con la filosofía de un rockero por mucho cartel de los Ramones a la entrada y música de rock comercial que pongas en el bar. ¿Qué tiene que ver las zonas vip con el mundo del rock auténtico? Me temo que nada. Mientras, otros bares que si están haciendo las cosas bien durante años, y todo es mejorable, se vacían por un público poco crítico para ver soberanas patochadas en escena. Se me vienen a la cabeza algunos bares de rock: El Diario Roma, El Flaming, el Xalabam, El Gong, El Sweet Home... alguno más que se me olvida pero ya se hacen una idea de por donde van los tiros. Hoy en día, algunos artistas y dueños de bares o lugares culturales se empeñan en elitizar de manera absurda el arte y todas sus manifestaciones, gran error. Y a mí siempre me van a tener en frente. Demasiado ya tenemos que aguantar en esta ciudad para que ahora acampen a sus anchas los desertores del rock. Y pequeño homenaje a Barón Rojo, y a la parroquia ovetense rockera para que recuerde esta canción mítica.
Piensas otra vez que ahora es tu momento,
aunque al parecer todo vuelve a cambiar.
Es difícil ser otra vez tu mismo,
y no ver a tiempo que estás acabado.
¿Quién te convenció de cantar así?
¿Quién te prometió la inmortalidad?
Tratan de volver los desertores del rock,
Tratan de volver los desertores del rock.
¡Pero es tarde ya!.
Te da miedo que ver que no queda nada,
y es que se acabó lo que se daba.
Tratan de volver para no perder,
pero nadie ya los puede creer.
¿Quién puso tu voz al servicio del dólar?
¿Quién te aseguró que era el día y la hora?
Tratan de volver los desertores del rock,
Tratan de volver los desertores del rock.
¡Pero es tarde ya!. Tratan de volver los desertores del rock,
Tratan de volver los desertores del rock. ¡Pero es tarde ya!.
RUBÉN D. RODRÍGUEZ
Siempre he pensado en David González como una especie de guerrero ancestral, único, un espíritu libre, consciente y fuerte, que proviene de una raza desconocida; quizá debamos trasladarnos al origen del hombre salvaje, puro instinto, corazón y carne, piel dulce en tantas ocasiones. La conciencia o el exceso de consciencia pueden dañarte de un modo profundo y definitivo, implacable, si tu elección consiste en la verdad, en seguir en pie de guerra pese a todo. Difícil mantener cierta coherencia vital, personal y profesional no sólo hoy día, sino como simple ser humano, coherencia que David mantiene en todo momento hasta el vértigo, o el látigo, si es necesario, pero siempre, siempre, con la cabeza alta y las botas bien puestas, marcando el paso.
En este caso, David crea, o une, o da forma, o despierta, a una tribu de guerreras que permanecía no en la sombra –algo incompatible con ciertas mujeres, cierto tipo de “maneras de recogerse el pelo”- pero sí a cierta distancia de medios, público o vinculación inexistente entre ellas hasta ahora (salvo algunas antologías y libros que ya se habían percatado de este dulce temblor subterráneo que va moviendo cimientos, conciencias). Presentamos aquí un libro en pie de guerra, de versos duros, de mujeres que escriben “con los dientes”, de mujeres que se defienden con palabras, sin miedo, rompiendo y rasgando cada día el rol –máscara, ataduras, el corsé que deforma…- que la sociedad se empeña en aplicar hasta arrancar todo atisbo de individualidad en la mirada, mujeres a las que me gusta definir recordando el bellísimo libro, o manual de supervivencia, de Clarissa Pinkola Estés: “mujeres que corren con los lobos”. Y es necesario advertir al mundo que contra el instinto de una mujer salvaje todo intento de domesticación está perdido de antemano. Siglos y siglos quemándonos en la hoguera y aún seguimos aquí, en pie de guerra.
“Las personas heridas son peligrosas, saben que pueden sobrevivir”. Damage. L.Malle.
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