SEXO, MENTIRAS Y OTRAS HIPOCRESÍAS
(… EN UNA CIUDAD DE PROVINCIAS)
V
Desconozco la utilidad de algunos centros de arte e investigación artística y ante dicho desconocimiento y conocimiento tan sólo parcial pues la parte que conozco y bien, de primera, segunda y tercera mano deja difícil defensa alguna pues hablo de trato vergonzoso a sus trabajadores-no artistas-ni residentes-ni futuros proyectos ultra modernos, personas que bien de su trabajo y en un entorno artístico, cultural, abierto, que defiende la libertad de expresión, creación y, a mi modo de entender, cierta humanidad (pues ahí radica la creatividad, en una humanidad consciente), fija las siguientes marcas: precariedad, esclavitud e indignidad. Es necesaria la prudencia y aconsejable, y también la información y la escucha activa de otras opiniones y experiencias, por tanto, es justo que este artículo cumpla su función tan sólo a medias o a medias quede escrito hasta que alguien, sea quien sea, ojala más de uno y dos y tres, me faciliten datos concretos de financiación de estos centros, de proyectos viables, de necesidad de éstos y algo que vaya más allá de cheques en blanco cuando X aterriza en el aeropuerto mientras a la persona que permanece en pie en cualquier sala de exposición o salva un acto, cobra por hora la cantidad exacta de seis cafés. Ruego, casi, imploro, que alguien recoja el guante y me convenza -más bien proporcione datos- que me demuestren que todo esto no se resume en algo tan básico como que “el rey va desnudo”. Evidentemente, no a todo el mundo le conviene que esto se haga público y mucho menos alzar la voz. En tiempos de crisis más silencio aún, no vaya a ser que...