Habló el cuerpo
y tembló la oquedad del espacio.
Con cautela, a cada extremo,
la solidez del cuerpo buscó la forma,
la asimetría estricta, esquiva,
su lugar preciso en la madrugada.
Y tomó aire, calló,
se escuchó todo el silencio
que cabe entre las bocas.
Tomó aliento,
aulló.
Y los poemas del cuerpo hablaron
en nudos y roces…
Calló de nuevo.
Rompió
la desolación
de la estancia
vacía.
...Y el cuerpo habló
dejando un infinito por palabras.