Algo incompresinble o de fácil comprensión: por qué los que habitan en la desesperación, conocen el frío, el arrastrarse hacia -porque-no-les-queda-otra, los que tragan saliva y con la saliva las lágrimas porque no tienen tiempo ni serviría de nada una mínima súplica al cielo, por qué el hambriento apenas se mueve y sin embargo en la otra parte del mundo, aquí al lado, esta calle, la tuya, esta ciudad, todas, los que no saben nada, los que no conocen pelea alguna más allá del golpe al aire, que cargan un número apenas inexistente de muertos a sus espaldas, del dolor de rezarle a un amor muerto cuando uno no cree en dios, cuando el cansancio es tan profundo que te cierra la boca, y el dolor tan agudo que te hace hablar despacio, y de esto no saben nada, de morder hasta romper los dientes cómo única vía, los que tienen cosas, muchas cosas, objetos, casas, dinero, viajes, modelitos, los que en ello se amparan, los que están -y tienen que permanecer- llenos por fuera porque por dentro no hay nada, están huecos, por qué por tanto la vida araña al que repta por el suelo y le ofrece una alfombra a unos zapatos de tacón. Comodidad supongo. Se arrasan ciudades, niños o pueblos sin razón y en ello anida la razón misma: el alma humana. Gran cita la elegida por David González para uno de sus libros: "Benditos los..."Añado y sigo: benditos aquellos que no conocen el aullido de la desesperación, benditos lo que tienen una familia a quien querer y que les quiera, un vínculo que les mantendrá en pie toda la vida -porque ellos tampoco lo saben pero así será- benditos los que creen que el dinero cae del árbol que está situado justo a lado de la casa donde nacieron, benditos los que creen en el amor, benditos los que creen, pues a pesar de ser atea veo mártires caer constamente.Benditos pues aquellos que lo conseguirán todo sin merecer nada, sin alzar una ceja siquiera. Aquellos a los que sus abuelas de manos compuestas de oro y plata les susurraban al oído: benditos, benditos...Contradicción: los benditos creen poseer el reino del mal -tan sólo por atracción, apareamiento quizá, imaginan dicho lugar como un motel de carretera de cuero y botas de serpiente, curioso, nunca como un hospital bombardeado-, benditos por dicha ingenuidad, el mal no se esconde en los pantalones de pitillo, ni en las guitarras tocadas a modo fálico, ni en motos descomunales, ni en poco ilustres cabelleras, el mal, se encuentra aquí mismo, en el árbol del que no cae dinero sino piedras situado junto al escombro que es casi toda familia. Mira a un ser herido a los ojos y verás el mal buscando la orilla por la que arrojarse al mundo. El ser más encantador de la tierra ha degollado y degollará niños, pero al menos no cometerá el error de hacerse pasar por malo hablemos de estilística o formación académica incluso. El más es algo tan profundo que sólo es comprensible cuando has vivido dentro. Benditos los ingenuos que se golpearán tan fuerte algún día que creerán haber vuelto a abandonar el líquido amniótico."Benditos" ellos que además se quejan sin pudor alguno frente a un ser humano roto y atado de pies y manos a la vida.Benditos ellos que ya han sido bendecidos con sus monedas en los bolsillos.El no-bendito sobrevive pese a todo, no sin cierta repugnacia...asco
No hay transgresión alguna en lo que creen original ni en la imagen descuidada esculpida a golpe de productos capilares; benditos vosotros, los bendecidos por la mano de dios que ha pagado vuestro último tatuaje para marcar una vida que no conocen, una historia que no se dibuja en un estudio a golpe de talonario, que la propia vida marca en la piel. Benditos sean porque han sido bendecidos y no lo saben.