Entonces leía a Thomas Bernhard
y la lacra de Salzburgo -no me salpicaba
porque yo también -visitaba un sótano
en la dirección opuesta.
En la dirección opuesta -todos los días
varios años -hasta llegar a unas manos
abiertas y cansadas.
14
Las ratas saben de nosotros -y también las arañas
colgando como lágrimas negras del techo.
Saben que vives en un sótano -y acumulas trastos.
Que hay rincones -que huelen a nicotina
que escondes tus brazos -y la luz te lastima.
Las ratas y las arañas lo saben.
Saben -que nunca podré salvarte.