Recientemente alguien conceptuó a Catarina como “poeta y autora valorada, distinguida y premiada, autora de “Un paseo por la inocencia” y “Las horas que fluyen””. Cuando se ha definido a otros escritores actuales de Laviana anteponiendo sus títulos y formación al resto de su currículo, justo es que, en el caso que hoy ocupa estas páginas, se haga lo propio con nuestra protagonista porque, no en vano, sus estudios marcan y definen al personaje tanto o más que su propia obra. Mi amistad con Caty, como yo la llamo, viene desde hace años a través de la que, hace décadas, mantengo con sus padres. Con ella me había comprometido a una de estas entrevistas sosegadas, sin papel, cámaras ni micrófonos de por medio, intentando desentrañar las virtudes, y quizás también los defectos, de esta niña culta y preparada como pocos, y aprovechando su presencia como ponente en las jornadas sobre Palacio Valdés he podido cumplir con mi compromiso.LOS ORÍGENESVa para 35 años que hará de su nacimiento en Pola de Laviana. Dice haber tenido una infancia feliz aunque no perfecta a raíz de una muerte en la familia que marcó el devenir de toda ella, aunque si reconoce haber tenido suerte al nacer y haber pasado su infancia en libertad y contacto con la naturaleza, algo parecido a la “Aldea Perdida”, aunque Laviana ya era más industrial. Empezó a estudiar en Sotrondio donde, desde muy niña, comenzó a interesarse por la lectura. Con doce años había leído el Lazarillo, Góngora, Quevedo y otros clásicos, cosa hoy día impensable en los niños de su edad. Fue primero su madre, que le leía poemas -“Las mil mejores poesías de la lengua castellana”-, y luego su profesora Isabelita quién imbuyó en su espíritu el afán por el saber, la lectura y el conocimiento. En un concurso de poesía a nivel regional organizado en San Martín del Rey Aurelio, con un poema sobre “El mar” ganó su primer premio que sería el inicio de un largo camino hacia “el saber”. Desde aquellos momentos, y sin razones especiales, su sueño, y también su empeño, era estudiar el bachiller en Oviedo, luego irse a Madrid y más tarde a Estados Unidos. Quería estudiar y abrirse al mundo sin perder sus raíces.LA JUVENTUD Y EL DERECHOEfectivamente hizo su BUP en Oviedo, y con 17 años se fue a Normandía para hacer un curso de francés en la Universidad de Caen. Allí conoció a gente de otros países con amplia cultura y probó por primera vez el ambiente universitario. Quedó encantada y, antes de empezar el COU, buscó en Madrid una Universidad que encajase con sus sueños. Accidentalmente la encontró en el Escorial, allí había estudiado su tío, Severino García Vigón. La María Cristina cumplía sus expectativas con un sistema medieval. El colegio mayor situado dentro del recinto universitario la hacía mantener una convivencia con los docentes y el edificio principal de más de cuatrocientos años, con una magnífica biblioteca y todas las comodidades que se puedan desear, la enamoró y decidió que allí quería estudiar Derecho. Orientada hacia las humanidades, su vocación era estudiar Filología Hispánica o Historia del Arte pero, pensando en futuras salidas y aunque su familia le dio la libertad de elección, optó por el Derecho -de lo que no se arrepiente- y pospuso su vocación para cuando terminase. Caty cree además que la formación jurídica da una formación más amplia, global y generalizada, te asienta más en el mundo. Ya en segundo curso se incorporó como secretaria a la redacción de la revista universitaria “Nueva Etapa”, donde habían escrito Manuel Azaña o Dionisio Ridruejo, entre otros, lo que la revistió de un carácter heterodoxo y ecléptico. En su tiempo libre participaba en acciones humanitarias, daba clases de integración a niños marroquíes, mientras otros compañeros iban al hospicio o ayudaban a ONG,s. Mientras tanto ya hacía sus incursiones filológicas, matriculándose de asignaturas sueltas de Hispánicas por la Universidad a Distancia (UNED). Vivía Universidad hasta cuando dormía. En el solemne acto de Licenciatura, donde asisten rectores y catedráticos de otras universidades, sus compañeros la eligieron para pronunciar el discurso y allí tuvo la primera oportunidad de enfrentarse a un micrófono y a una audiencia selecta que sería el preludio de sus abundantes intervenciones posteriores en ponencias de distintos congresos.EL REGRESO. PROTOCOLO Y LA SORBONASe licenció y volvió a Laviana. En la empresa familiar había mucho trabajo que desarrollar y tenían necesidad de su colaboración. La necesidad la llevó a obtener los títulos de Corredor de Seguros, Gestor Inmobiliario y Gestor Administrativo que sacó a través de la FUFAP (Fundación para la formación de altos profesionales). Al mismo tiempo que seguía aprobando asignaturas de Hispánicas, en Oviedo comenzó con un curso de Protocolo Internacional que la hizo volver a Madrid en un par de ocasiones a la Escuela Diplomática. Especialista en Protocolo del Estado y Ceremonial. Ahí conoció a Celio Vilarrubias, un hombre con enorme sentido del Estado y del deber, y una autoridad nacional en la disciplina. Caty quería mejorar su francés y hacer un curso de cuatro meses que se convocaba por entonces en la Sorbona. Don Celio le dijo que estaba sin estudiar la “Presentación de Credenciales ante el Presidente de la República” y que podía irse a París para hacer ese trabajo al tiempo que el curso en La Sorbona. Incrédula ante el hecho de tener que acudir al Palacio del Elíseo, aceptó el reto del viejo profesor y se fue a la ciudad de la luz. Recibió el mejor curso de idiomas de su vida. De nuevo conoció a gente extraordinaria, la flor y nata de la cultura, la empresa y las finanzas. Aprovechó sus tardes libres asistiendo como libre oyente a clases de Historia de Francia y otro tipo de disciplinas, pero tenía por delante su compromiso del trabajo de Protocolo, así es que empezó por la Embajada Española donde, tras muchas vueltas con una Secretaria que le puso muchas pegas, conoció al Agregado Militar que había estado en aquella presentación. La recibió y puso a su disposición toda la información que necesitaba. Corría el año 2000 y España pasaba por un momento óptimo a nivel internacional como le afirmó el militar. Para acudir al Elíseo se preparó en la Biblioteca Nacional francesa estudiando todo lo que cayó en sus manos sobre Protocolo y cuando fue recibida por su Jefa en el Palacio Presidencial, después de un intercambio de las informaciones de cada parte, fue invitada a hacer prácticas en el Elíseo. Cuando lo había pensado y decidido aceptar, la superioridad de Laviana (su madre) reclamó su presencia en el domicilio familiar. Volvió con el trabajo realizado y mereció por él la máxima calificación a juicio de quien se lo había encomendado. Prosiguió su trabajo de abogado en la empresa familiar y también con sus estudios filológicos.FILOLOGÍA Y CURSOS DE DOCTORADO En sus múltiples lecturas había descubierto mucho contenido jurídico en las obras de Cervantes y Calderón que, en el caso de este último, estaba sin investigar. Comenzó a hacer el doctorado en la UNED para terminar con una investigación de más de doscientas cincuenta páginas sobre la Biografía Jurídica de Calderón de la Barca y su Testamento. En la actualidad prosigue con cursos de doctorado europeo para lo que en poco tiempo deberá de irse a Inglaterra.OBRAS, TERTULIAS Y PRENSA En las tertulias de Oliver en Oviedo se habla de todo que se refiera a cualquier aspecto de la cultura. En élla los tertulianos comparten experiencias, lecturas y críticas. Su alma, José Luis García Martín, invitó a Caty a participar hace ya unos años y de ahí viene también su colaboración en la televisión autonómica (TPA) con sus trabajos “En tres sentidos” y “Desayuno con libros”, al igual que sus trabajos en la separata “Cultura” de los jueves del diario “La Nueva España” donde Paco García Perez, su director, aprovechando que estaba en Madrid, solicitó su asistencia a presentaciones de libros y la posterior reseña crítica de los mismos. Ahí conoció a José Hierro, Vargas Llosa, García Márquez, José Saramago y otros. A destacar por aquel tiempo sus colaboraciones mensuales con CIUDAD LINEAL, que nuestros lectores sin duda recordarán. Ahora, ahí sigue con la tesis europea de la le falta poco más de un año y, entretanto, entre cursos de verano, conferencias, o ponencias en Congresos como el dedicado a Palacio Valdés hace escasamente diez días, en el que lleva interviniendo estos últimos años, con trabajos sobre su correspondencia o sobre el carácter modernista de su obra de este año. Es éste el tiempo en que publica sus dos libros de poesía “Preludio”, premio internacional Fundación Mainel, y “Las horas que fluyen”.DIVERSION Y OPINIÓNAntes de terminar no he podido dejar de reconvertir su historia en entrevista. Este es el resultado:- Cualquiera que nos haya leído o te escuche como yo, se preguntará si has dedicado todo el tiempo al estudio o ha habido espacio para la diversión…- (Suelta una sonora carcajada). A veces me han gustado demasiado las fiestas y, de hecho, he salido mucho. En mi etapa madrileña he vivido con toda libertad entre compañeros de mi edad y sin el férreo control que supone la vida de familia. Nunca he dejado de divertirme en ambos aspectos, el intelectual y el festivo. También hubo tiempo para el deporte, montar a caballo y esquiar. O para el baile español. Si me pones unas sevillanas el problema puede estar en que me pueda controlar.- ¿Qué opinión te merece un Ministerio de Igualdad al efecto?, cuando la Constitución ya contempla el tema, y ¿qué te parece de las joyas de su titular, como lo de ”miembra” y “elmapa del clítoris”, entre otras ocurrencias? - Hay una mala formación de base de determinados ministros. Quieren cambiar la sociedad porque consideran que no está bien. Lo que ocurre es que la forma en que lo hacen no es la apropiada. También se equivocan en el fondo y entonces resulta todo ridículo. Algunos lo verán necesario pero, en cualquier caso, su operatividad solo es buena como maniobra de distracción. Mientras hablamos de Aido no lo hacemos de la crisis y otros problemas preferentes. Creo que al final prevalecerá el sentido común y todo volverá a su cauce. De aquella vieja ideología del Sentido Común queda muy poco, pero esto ocurre en todos los países. Son los últimos coletazos del postmodernismo.- Necesitamos conocer la historia con pelos y señales, estarás de acuerdo conmigo. Pero salir a la calle manifestándose en apoyo de un juez procesado, ¿te parece correcto?- Me parece una falta de respeto a las instituciones, en este caso al poder judicial. Claro que la historia ha de conocerse, pero protestar contra una decisión del Supremo es un tema diferente. Tengo un gran respeto y siento admiración por el Juez Garzón, pero es un español más y si ha metido la pata tendrá que pechar con las consecuencias. No me gusta la presión popular en un caso que atañe a los tribunales de justicia.- ¿Seguirás estudiando dentro de diez o quince años?, ¿cómo te ves?- Me gustaría, pero no sé… De momento si lo haré. Me queda mucho por estudiar y por saber. Los avatares que la vida nos tiene deparados nadie los conoce. Los años hay que caminarlos y tienen que pasar.Caty no es solo poeta y autora valorada, distinguida y premiada, es algo más. Yo diría que muchísimo más: es la persecución permanente del conocimiento a través del estudio continuado. Y del ensayo de lo conocido.
Artículo y entrevista realizado por Marcelino M. González