Una noche, así, sin más, conoces gente estupenda que se convierten, de un modo u otro, en faros, faros importantes, con los que encajas tan fácilmente que todo parece fluir lento, sin prisa, pero seguro. Y a modo de recuerdo, un cristal clavado en la mano derecha. Tal vez un ancla, algo que me une al faro, o que me empuja: Madrid cada vez más cerca. A veces, no sólo el amor te provoca sensaciones de cierta confianza en el mundo, de pequeño milagro, a veces se produce la calidez del encuentro inesperado y ocurre, sucede: sensación de tener las manos llenas (a cuatro "bandas" en este caso, ni más ni menos, muy llenas...). Alma de "cabrioletera", puede ser. Conclusión: somos más de....