EL PINTOR DE LA FELICIDAD


Juan Falcón


por Diego Medrano







«Viaja usted todo lo que puede». «Me fascinan las megalópolis. Suelo ir solo o con mi hermana Lucía, que me ayuda un montón, junto a mis padres, que me han apoyado siempre. Cojo cachitos de ciudades para formar una mía. Roma es igual que Oviedo o España, por ejemplo. No me gusta estar con demasiadas personas, gente que de algún modo me limite. La confianza y el respeto son el motor de mi vida». «¿Y el instinto?». «Claro, ahí es donde entra el mundo animal. Yo, si fuese uno, sería un búho. El animal siempre reacciona de la misma forma Trabajo siempre de noche: de doce de la noche a ocho de la mañana son mis horas de máximo rendimiento. Luego, un café, con el crepúsculo: el día que comienza y el cuadro que ya se está acabando, un mundo de contrastes indescriptible». «Algo incomprensible: usted no tiene galerista». «No, por ahora expongo en bares. Y es mi hermana quien me mueve la obra. Tengo ganas de tener una galería que me apoye». «Es usted un enamorado del pasado». «El siglo pasado fue mucho más innovador. Hay figuras, Picasso por ejemplo, ejemplo de pasiones que no fenecen. Hasta los ochenta y tantos sin descanso. Adoro el surrealismo, el cubismo, sus colores. Me atrae la simbología, me encantan los paraguas, cuanto da cobijo y protege. Me gusta el heroísmo de quien se adapta a las circunstancias, por muy duras que sean, para vencer». «¿Está orgulloso de su obra?». «Por supuesto. Más no puedo entregar: es la certeza de haberlo dado todo. Muchas horas, el esfuerzo máximo. Luego, algún sábado, ir a conciertos, unas cervezas, la música en directo, todo eso me relaja. Defiendo a capa y espada mi profesión. Y creo en el progreso del artista individual. Sin sorpresa, no hay progreso». «Sólo lee ensayos, tengo entendido». «Sí, mucha psicología. Me gusta mucho leer trabajos académicos. Busco respuestas: por qué somos como somos. Me gusta la ciencia, controlar mi forma de pensar». «Le encanta lo mestizo». «Sí, mucho. Las culturas entretejidas. Lo mejor de cada pueblo. La obra tiene que englobar también todo eso: tiene que haber alegría junto a la tristeza, frío junto a calor, etcétera. Yo sé que un cuadro determinado no lo voy a volver a hacer, no lo voy a repetir. No me gustaría que mis cuadros estuviesen en lugares donde no los fueran a valorar». «¿Cuál es su mayor suerte?». «Mi familia». A sus 25 años Juan Falcón sorprende por su nobleza, por su aura, la clase de buena persona que sonríe con la mirada. Alguien que, como todos los grandes, sólo experimenta con el esfuerzo y, en el páramo de su soledad, se alumbra y calienta a partir de pequeños trazos.



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