Alberto
García Teresa – laRepúblicaCultural.es
Lentamente, la poeta asturiana Ana Vega, a través de obras como La edad de
los lagartos, El cuaderno griego o Breve testimonio de una
mirada ha ido consolidado una voz propia y coherente, brillantemente
dispuesta en fogonazos e inquietantes visiones, que modula un amargo e
inclemente estar en el mundo.
En Herrumbre, su última entrega, la escritora manifiesta en su
inicio su registro, más como declaración de intenciones que como poética por su
parte, aunque bien es cierto que constituye una buena descripción de su estilo:
“Lenguaje seco, más veraz y despiadado que nunca. La ferocidad de la frase
abierta, la palabra desnuda. He aquí su origen, la imagen que de un modo
primitivo se refleja en el papel sin intermediario alguno (…). Lenguaje que
intenta rescatarse a sí mismo del musgo del que impregna el uso. Capturar la
esencia. (…) Alzar la palabra hacia el lugar más elevado y más primitivo de
ésta”.
Además, en esta obra, sugerentes fotografías de Sonia Marpez acompañan y
potencian sus versos, de marcado horizonte existencialista. De este modo, este
libro digital se compone de textos breves, de gran intensidad, alineadas al
centro de la página y en las cuales no se emplean mayúsculas.
Ana Vega despliega versos desoladores, que retratan el sufrimiento sentido
ante la constatación de cómo los anhelos continuamente se truncan y de cómo “yo
poético” no puede abandonar el dolor. Es por ello que algunos textos están
formados por oraciones en infinitivos que expresan intenciones de cambio en la
manera de vivir, o bien aspiraciones que se comparten con el lector. También
abundan las imágenes, de notable plasticidad, que remarcan esa atmósfera de
devastación y pesadumbre, de falta de esperanza (“algunas vidas sólo se
curan con la muerte”), que constituyen el tono habitual de esta escritora,
y que viene determinado por la experiencia del “yo” y la conciencia de la
hipocresía de la sociedad: “felices aquellos cuya memoria luce aún casi
intacta de horror”.
En definitiva, con esta obra, Ana Vega continúa construyendo un espacio
significativo en la poesía española contemporánea.