MARIA M. BAUTISTA
PRIMERA NOCHE EN LAS CIUDADES NUEVAS
 
 
No me gusta la poesía

No me gusta la poesía. Creo que solo me gustó de niña, cuando era un juego más. Pero no ahora que es lo inevitable. Ya no puede gustarme, porque me quita el sueño y ensombrece mis ojos y mis horas. Porque aparece sin que yo la busque. Ya no puede gustarme, porque la he visto en lugares terribles: la he visto en las afueras de las grandes ciudades y la he visto en la guerra y en el vértigo, en la tierra atrasada, en los barcos hundidos y en los niños enfermos, en las columnas de humo de las fábricas, en este cielo sucio y sin estrellas. Y la he visto en mi cuerpo cuando tiembla de frío.
 
 
 
 
 
Gotas de lluvia
 
El poema es la prolongación de lo real. No porque sea verídico, ni objetivo, ni siquiera realista. Lo es porque nace de un impulso cierto. De la nube de imágenes de una mente real. No existe el artificio. No existen las metáforas. Por eso si yo digo que las gotas de lluvia son agujas se clavarán sobre el que esté debajo. Se quedarán vibrando en los paraguas.
 
 
 
 
Los acantilados
 
Hay algo irresistible en la caída. ¿ Por qué vais si no a los acantilados? No vais a ver el mar, sino que os llaman voces de muerte y vértigo. Y vais para temer el paso en falso.