La voz de la mujer ha sido silenciada durante siglos, reducida, por tanto, a un leve murmullo infinito cuyo eco tan sólo alcanzaba el desierto, la nada, las zonas más áridas, despobladas. La mujer ha sido sitiada por paredes y muros invisibles, objeto de un lúcido programa bien elaborado para que el rol masculino imperase con todas sus consecuencias. Objeto que incomoda, que se considera inútil, innecesario, relegado a las funciones más básicas de procreación o servi...dumbre absoluta hacia el hombre o la familia (núcleo primordial para el que muchos creen aún hoy día la mujer sido creada). Necesario entonces dar voz a aquellas que tras la lucha - una vez conquistada esa “habitación propia” de la que Virginia Woolf nos hablaba- deciden hablar alto y claro, mostrar al mundo su talento y atravesar ese círculo permanente que nace con la vocación de mantener atadas nuestras manos y nuestras cuerdas vocales.
Voces en el desierto es un pequeño muestrario de lo que la voz de la mujer actual nos ofrece desde distintos lugares, estilos, modos y formas. Diferentes voces que se unen para dar testimonio de vidas reales o ficticias de las que aprender una valiosa lección y que demuestran que la mujer no es moneda de cambio ni ha sido vencida, que todos estos años han fortalecido su espíritu, han afilado su intuición, su visión lúcida, única, de la realidad, hasta convertirse en testigo de excepción de la historia de la humanidad y de lo que hoy, aquí y ahora, nos ocurre, nos afecta, nos explica.
Mujeres complejas e hirientes como Flannery O’Connor, de pluma delicada y sin embargo contundente como Ann Beattie, de visión extremadamente clara, casi visionaria, con precisión y habilidad irrepetibles como la de Chantall Maillard, osadas, que describen de forma descarnada la realidad, sin temor a la palabra, como nos muestra Elfriede Jelinek, mujeres que han narrado el horror como Zofia Nalkowska, que se atreven a nombrar y describir lo impronunciable, lo oscuro, aquello que se esconde, como Alicia Erian, descubrimientos recientes como la extraordinaria voz de Ornela Vorspi o una mujer tan mágica e interesante, Fátima Mernissi, cuyo relato nos revela algunos de los secretos de las mujeres de su país que tejen infinitos mosaicos, metáfora perfecta para definir este libro, esta propuesta: ese tejido que une las voces de las mujeres del pasado y el presente, que convierten el desierto al que fueron exiliadas en oasis para que el eco de sus voces alcance el mundo entero. La pared se rompe, el muro cae, las voces en el desierto siguen el rumbo del viento…
ANA VEGA