ARDE
Precaución,
arde.
Esta mujer
que escribe arde.
Su piel
quema
y aún es
peor en el caso de su pensamiento.
Ese carácter
encendido
le provoca
una mala aceptación del mundo
y es por eso
que ustedes deben alejarse de ella.
Arde esta
piel y esta palabra,
y esta
conciencia que tan sólo encuentra justicia
en cierto
equilibrio entre palabra, obra y hecho.
Tengan
precaución entonces y cierto cuidado,
pues toda
llama tiende a extenderse
y es fácil
entonces
que esta voz
les alcance
y tal vez
hiera
en esta
quema necesaria,
en este
incendio que busca provocar
la palabra
escrita.
Cómo
comprender el mundo entonces
si no es a
través de este avanzar entre las llamas
y que afecte
cada luz, cada sombra, cada actitud y comportamiento
que observas
y has de traducir a este reino
de silencio
roto por la palabra.
Cómo
enfrentarse entonces al mundo
de otro
modo, más allá de una traducción
dolorosa y
exacta de éste.
Tengan
cuidado entonces, insisto,
esta mujer
arde, quema,
arrasa y
destruye todo cuanto su palabra
o roce
alcanza.
Y ésa es su
intención primera
al escribir.
Conciencia
en llamas
que ha de
quemar
y alcanzar
al otro.
Precaución,
pues arde.
Ese frío
absoluto
de sus manos
así lo
atestigua.