ADOLESCENCIA
Mujer y niña. La niña se aleja y la mujer despierta. Cambios profundos dentro y fuera, en silueta y alma. Eso genera conflicto, dolor, lucha; el combate entre la niña y la mujer que se acerca con paso firme comienza... La mujer que llega transforma cuerpo y mente, la cadera toma forma y el pecho, las piernas, el rostro, las facciones adoptan una nueva personalidad, una identidad propia. Mientras tanto la niña a punto de diluirse se aferra con fuerza a la ingenuidad, a los cuentos de hadas en los que se cobijaba, a la luz que hasta ahora ha guiado sus sueños. Entonces se produce un temblor interno, cierta actividad sísmica que agita y erosiona lo establecido, crece la duda, la mujer se abre paso entre los escombros de la niña que va desapareciendo poco a poco, en silencio, bajo la apariencia de cisne que toda mujer ofrece al mundo en esos años, en los que aún no ha sido golpeada por la vida y las sombras. Niña aún por dentro pese a todo, boceto de mujer.
MADUREZ
He aquí la mujer madura, aquella en cuya mirada descubrimos todas y cada una de las cicatrices del mundo, los golpes recibidos, la lucha, las victorias, los deseos intactos, el espíritu firme que se aleja de la docilidad impuesta, cierta tristeza en el alma por lo vivido, lo conocido, la experiencia que toda mujer arrastra en sus venas desde hace siglos. Es aquí donde comprobamos el poder del instinto, la mujer que ya no teme ser vista, no ha de rendir cuentas, su libertad es absoluta, aquella que habla alto y claro, la que sabe callar también lo innecesario, el rostro más bello que nunca, profundo hasta el abismo, formado por cada experiencia vivida. Cada arruga, cada mueca: un sentimiento, una pasión… La boca más suave, dispuesta a abrirse como algo sagrado para devorar los frutos de su cosecha -quizá el labio ajeno-, el cabello largo como símbolo evidente de fuerza, fiereza, la mujer más primitiva y más cercana a la mujer primera, la que dirige sus propia manada cual loba exuberante y poderosa. Todas y cada una de las mujeres del mundo en un solo rostro, un solo cuerpo, la memoria colectiva de toda la humanidad en su regazo, dentro del corazón. La mujer que ya no teme a nada ni nadie. Esa mujer que todos conocemos.
JUAN FALCÓN
Juan Falcón García nace en Oviedo el 26 de Agosto de 1985. Comienza sus primeros estudios artísticos en el Instituto Aramo de Oviedo, donde realiza el bachillerato en la especialidad de arte. Más tarde inicia el ciclo formativo de Grabado y Técnicas de Estampación en
Hoy se dedica a la pintura principalmente, sin olvidar su formación en grabado y dibujo. En Junio de 2007 participa en la exposición de obra gráfica de jóvenes creadores en la sala de exposiciones de la estación de los Alsas en Oviedo. Anualmente en el mes de diciembre expone sus últimas obras en el Café la Cooperativa, en Oviedo. Su obra ha formado parte de una exposición colectiva en la Galería Cimentada. En marzo de 2008 da a conocer públicamente en la Escuela de Arte de Oviedo su proyecto de Grabado y Técnicas de Estampación titulada Art Session. Además de su imparable proceso de creación pictórica, colabora con un grupo de artistas que exponen por toda la geografía asturiana, bajo el nombre de ‘’Arte para Picar’’.
Su obra, por tanto, ha aparecido en diversas salas y destacadada en medios de comunicación regionales y nacionales (el mes pasado aparecía una reseña de su última exposición en el apartado de cultura de “El País”). Ha combinado su labor creativa con la docente, llevando a cabo talleres de pintura y otras modalidades artísticas. Creador nato, ha sabido conjugar su obra con otras artes como la música o la literatura, con proyectos innovadores en los que consigue atrapar al espectador con una lectura multidisciplinar de sus cuadros (acompañados de textos, inspirados en músicos, instrumentos, melodías…)
En sus cuadros, Juan Falcón, nos ofrece un universo propio, en el que confluyen diversas tendencias artísticas e influencias, personajes extremos que nos cautivan, instrumentos que parecen vibrar, animales de rostro inquietante… Una obra llena de colorido, personal y muy viva. Imprescindible destacar la mujer como elemento omnipresente, la mujer cuyos contornos delimita con un conocimiento preciso de su anatomía y producto de una reflexión profunda acerca del alma del cuerpo y rostro que dibuja. Descubrimos en sus cuadros pasado y presente de unos personajes que conmueven, cuya diferencia marca la personalidad de un artista que confirma que la unión de conciencia y obra es y será siempre poderosa. Talento que Juan Falcón demuestra con su trabajo incesante, sobran adjetivos.