MERMELADA DE MANZANA

Comenzamos con la mermelada. Cada miembro del grupo escoge un sabor, dependiendo de su preferencia por el licor de manzana, melocotón o de cualquier otro. Es una decisión importante, porque si no eliges bien el sabor que más se adapta a tu adicción el resto del programa se viene abajo. Puedes tomarte todo el tiempo que necesites para ello, ya que tu curación dependerá de la sinceridad de tu respuesta.

Dejar de beber es un proceso largo y tortuoso, que exige una disciplina casi militar y mucha paciencia.

Quizás lo más difícil para el enfermo sea dar el primer paso, el de la mermelada. La sustitución del licor por esa cosa pegajosa con que se unta lo que un día se llamó pan es, sin duda, algo doloroso e indigno. Para llegar al paté, y finalmente a los productos congelados nos queda aún mucho camino por recorrer.

La subida de producto inferior a otro superior o más complejo conlleva dos o tres meses de duro trabajo, de desear no haber dejado nunca de beber. Debemos emplear toda nuestra fuerza interior para no caer en la tentación y emborracharnos de nuevo, para no abandonar nuestro costoso ascenso de la mermelada al café por un vaso de vino tinto.

Una vez alcanzado el nivel en el que llevamos a cabo la sustitución por paté, el peligro de recaer habrá disminuido considerablemente y la mitad del programa habrá sido felizmente superada. Del paté a los congelados la elección de los productos se realizará en función, sólo y exclusivamente, de nuestro gusto personal en cuanto a la preferencia de unos por el vino u otros por el whisky, en este caso de mayor dificultad.

Los consumidores habituales de vino o cerveza se dedican a realizar la sustitución por productos secos como los cacahuetes, avellanas, nueces, etc., mientras los consumidores de bebidas de mayor carácter como el whisky o el vodka se dedican a los productos húmedos como las aceitunas y demás.

Una vez superados los cacahuetes y las aceitunas, el programa se encuentra ya en su fase final. De aquí a los productos congelados nos aguardan tan solo dos sustituciones: las legumbres y las verduras.

Antes de pasar a los congelados se practica un examen médico a cada miembro del grupo que nos permite averiguar si alguno de los enfermos ha vuelto a beber, lo cual desbarataría todo el proceso y todo el programa habría sido inútil.

Tras la sustitución por productos congelados desciende el grado de ansiedad y la autoestima del grupo sube milagrosamente; nos sentimos reconfortados y alegres, totalmente rehabilitados.

Gracias a este programa yo y otros muchos alcohólicos hemos logrado abandonar la bebida. La adicción a la comida implica un programa mucho más largo y complejo donde se comienza con la sustitución de la mermelada por una copita de jerez...